27 sept 2011

Tokio Blues (Norwegian Wood) de Haruki Murakami

Esta es una reseña que no me atrevía a hacer, y lo que finalmente me ha hecho tirarme a la piscina ha sido que hoy, por fin, he podido ver su versión cinematográfica. Para aquellos que no la hayáis visto, os estáis perdiendo una de las mejores adaptaciones literarias a la gran pantalla, conviertiéndose sin lugar a dudas en mi película favorita, con una de las mejores banda sonora (compuesta por uno de los componentes de Radiohead) y fotografía que habrá jamás. No voy a enrollarme mucho porque quiero hacerle una entrada en Mis Frikadas, aunque si os voy a hablar un poquillo de los actores.

Los actores principales me eran muy conocidos y han sabido captar la esencia de los personajes. Naoko es Rinko Kikuchi, protagonista de Mapa de los sonidos de Tokio y Babel entre otras. Watanabe está encarnado por Kenichi Matsuyama, al que conozco porque hizo de L en los tres live action del manga "Death Note", además de hacer de mi adorado Shin en el live action del archiconocido manga Nana, de Ai Yazawa. Como nota especial, está casado con una actriz japonesa muy famosa nueve años mayor que él llamada Koyuki, que hizo de "novia" de Tom Cruise en El último Samurai y de prota en el dorama Kimi Wa Petto.    

¿Friki yo? Nah. 


Sinopsis:

Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta.

Toru recuerda, con una mezcla de melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor -y único- amigo de la adolescencia, Kizuki. El suicidio de éste les distancia durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Inician allí una relación íntima; sin embargo, la frágil salud mental de Naoko se resiente y la internan en un centro de reposo. Al poco, Toru se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte.

En un aeropuerto cualquiera, en un día cualquiera, Toru Watanabe aterriza y, con el alma en la mano, escucha Norwegian Wood de los Beatles, una canción que le traslada a una época que casi había olvidado...


Soy de ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito.
Años sesenta. Japón.

Toru Watanabe es un pueblerino que llega a Tokio para estudiar en la universidad, donde su juventud, las ansias de experimentar y algunos nuevos movimientos sociales le harán vivir los mejores -y peores- años de su vida a través de ese canal universal llamado amor. Este amor llegará de dos maneras y con dos mujeres muy diferentes.

Por un lado tenemos a Naoko, la que fuera novia del mejor amigo de Watanabe, el cual se suicidó. Naoko ha quedado marcada por la muerte de Kizuki, y su relación con Watanabe se verá afectada por ese fantasma, creando un muro insalvable entre la pareja que llevará a Naoko a internarse voluntariamente en un centro psiquiátrico. Por otro lado está Midori, una jovencita explosiva, alegre y soñadora que aparece en la vida de Watanabe en los momentos más oscuros y que hará que hasta la última fibra de su ser vibre en su presencia. 

A partir de este triángulo amoroso, Murakami nos traslada a esos díficiles años entre la adolescencia y la adultez, donde lo que eres, fuiste y serás se entremezclan de forma tan homogénea que te hará dudar de tu propia identidad, adentrándote en ese círculo, a veces triste, a veces inovidable, llamado vida.

Lo que nos hace personas normales es saber que no somos normales.
Aunque Tokio Blues es  la obra más conocida de Haruki Murakami, debo confesar que Norwegian Wood es la novela más "anti Murakami" que he leído hasta la fecha. No es que el libro no tenga algunas características típicas del autor, que las hay -el usar el título de una canción para un libro, como en After Dark-, pero en esencia he echado de menos esa parte soñadora y onírica tan presente en sus otros libros.

La novela está narrada en primera persona y desde el punto de vista de Watanabe, un universitario tímido, agradable y apasionado de la música que va a la deriva, siendo mero espectador de los acontecimientos sociales de la época, así como de la vida estudiantil de sus compañeros, entre ellos Tropa de Asalto o Nagasawa, ambos personajes aparecerán en la novela varias veces e incidirán de un modo u otro en los pensamientos del protagonista.

Watanabe en todo momento me ha parecido un personaje que se deja llevar, sin juzgar, para luego sacar sus conclusiones de la propia experiencia. Algunas veces se equivoca, en otras acierta y en otras duda, pero siempre queda en esencia que ha sabido esperar, ser paciente, y arriesgarse cuando halla la oportunidad. Dentro de la tranquilidad, Watanabe es un personaje muy valiente, que sabe afrontar obstáculos, pero que se ciega en lo referente al amor.

El mundo a pequeña escala de Watanabe sufre un terremoto el día que Naoko regresa a su vida, y que Midori entra como un huracán. Naoko, Midori y Watanabe formarán el triángulo amoroso de la trama, una trama donde el amor es el canal para que Murakami hable de lo que realmente importa, de algo más profundo y sustancial que no es otra cosa que elegir dónde vivir: en el pasado o en el presente. En la muerte o en la vida. 

Naoko es débil, guapa y sensible. La vida de Naoko fue marcada a fuego el día que Kizuki, su novio y mejor amigo de Watanabe, se quitó la vida. Esa vulnerabilidad, unida a la relación que tanto Watanabe como Naoko tenían con Kizuki, será el nexo de unión para el nacimiento de una historia de amor tormentosa y a la vez hermosa, que solo se verá peligrar con la llegada de Midori. 

El personaje de Naoko vive en el pasado, en esos días donde ella y Toru tenían diecisiete años y no se hablaban a menos que Kizuki estuviera delante. En resumidas cuentas, Naoko representa lo que Watanabe fue: Su infancia en el pueblo, sus salidas con Kizuki y ella, la muerte de su amigo, las tardes jugando al billar. Sin preocupaciones, inocentes, libres como los pájaros y las nubes, donde el suicidio no existía y el mundo parecía una manzana apetitosa que comer. 

La vida es un reloj que hace tic-tac. Horas, minutos y segundos avanzando sin prisa pero sin pausa a través de sueños y desesperanzas, de aventuras y obstáculos, de encuentros y nuevos recuerdos. El reloj de la vida de Naoko se paró el día que Kizuki decidió morir. Desde entonces Naoko está rota, arrastrando con ella un trauma psicológico que sale a la luz en sus problemas sexuales y se ve agravado, y a la vez dulcificado, con la presencia de Watanabe y Reiko, una mujer con un pasado oculto que ayudará a Naoko cuando ésta sea internada en una residencia psiquiátrica un tanto especial.  

A mi parecer Naoko es un personaje egoísta de esa forma que solo las personas que quieren ser arrastradas a la oscuridad pueden llegar a ser. Naoko vive por y para sus recuerdos, esos momentos en los que ella y Kizuki eran inseparables, y Watanabe es como un albúm de fotos que le hace recordar todo lo que ella olvidó. Este hecho se nota en una escena que hay entre Naoko y watanabe, donde ambos están celebrando el cumpleaños de la chica. Es un personaje profundo, atormentado, y aunque no me gustó, le debo dar crédito y decir que sin Naoko esta historia no tendría sentido alguno.

Si bajara la guardia solo una vez sería incapaz de recomponerme a mí misma. Me haría pedazos y éstos volarían con un soplo de viento.
Midori es una bomba atómica atada a un avión que sobrevuela la ciudad: Sabes que va a explotar, pero no puedes ubicar el lugar, así que sólo te quedar ser paciente y estar a la expectativa. Allá dónde Naoko es blanca, Midori es negra. Fuerte, liberal y charlatana, Midori tiene lo que le falta a Naoko, y viceversa. El personaje de Midori trae aire fresco al ambiente denso que deja la presencia de Naoko en la vida de Watanabe, incluso en las situaciones más desalentadoras, ella parece tener siempre algo que decir u hacer para no dejarse engullir por la desesperanza. Una de las cosas que atrae de Midori es que nunca logras comprender al cien por cien a este personaje, creando a su alrededor un halo de misterio e inocente sensualidad que logra calar a fondo en el lector, dejándote la sensación de que Midori es más de lo que aparenta, más compleja y profunda de lo que realmente quiere dar a conocer.

 
En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: Tengo que acabar con esto cuando antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida es como una caja de galletas.
 En la reseña de After Dark comenté que Haruki Murakami era un autor cuya narrativa va a caballo entre lo poético y lo irreal, donde lo que destaca no es lo que cuenta sino el cómo lo cuenta. En Tokio Blues no es así. Este libro pese a alguna rarezas es muy real, muy poético, y lo que se cuenta y el cómo lo cuenta comparten protagonismo hasta llegar a la propia esencia de la novela.

No es un libro que brille por sus descripciones, ya que apenas hay, pero sí que desarrolla a la perfección cada personaje, cada situación, haciéndote casi palpar los sentimiento encontrados o contrapuesto de los personajes que ayuden al lector a comprender, amar, odiar o identificarse con ellos tan variopintos y antagónicos como la propia vida. Tú no ves la escena: la vives, bebes de ella y te regodeas en su tristeza, anhelo y alegría. La palpas como algo que te está pasando, y esa capacidad de adentrarte en la obra, en la vida de Naoko, Midori y Watanabe, es lo que hace que esta obra te seduzca línea a línea. Palabra a palabra.

Nota:


Tokio Blues es una novela que habla de la pérdida y la soledad, del primer amor y lo que significa crecer. Una novela triste, hermosa y llena de frases para recordar que calará hondo en cualquier lector dispuesto a darle un oportunidad.

La cabeza en las nubes, los bolsillos llenos de sueños.
Tokio Blues llegó a España por primera vez en 2005, y aunque su portada original es una mierda, ahora han sacado otra con un fotograma de la película bastante aceptable. Si queréis la edición rústica cuesta 19.00 euros, aunque lo podéis encontrar en edición de bolsillo por 10.00 euros. las imágenes son fotogramas de la peli, ¿no son bonitas?

Y para cambiar el repertorio y a la salud de Murakami y Terminator, hoy me despediré con un muy kawaii...

¡Sayonara Baby!

  

8 comentarios:

Bubbles dijo...

Me gustó mucho la verdad. Te sigo que me gusta mucho tu blog ^^ Un saludito
Te pasas? ^_^

Anónimo dijo...

Bonita reseña. Muy profunda para este tipo de blogs con una visión más juvenil.

Shashira dijo...

Anónimo no sé exactamente a lo que te refieres con visión más juvenil, aunque lo tomaré por un halago y te daré las gracias XD

Gracias a ti también, Bubbles.

Chivitouille dijo...

Me encanta tu blog, tus reseñas son geniales y la ultima frase que viene junto con la puntuación es una síntesis exacta de los libros.

saludos _0/

Kyoko SWords dijo...

Bueno dear, tengo que confesarte que lei tu reseña por partes por miedo a los spoilers, que puedo decir? lo tengo y me dejaste con un sin fin de ganas de empezarlo, Murakami es un idolo para mi, la verdad es impresionante como puede envolver este autor y como puede marcarte hondo con sus profundas reflexiones. Besos y apenas lo lea te comento que tal.

SHP dijo...

Vaya, es la primera vez que oigo (leo) una buena crítica de la adaptación. Pero ahora le daré una oportunidad. Sobretodo si Toru es el que hace de L (que no he visto los lives, pero sé que es el que aparece en "Crónica de una adolescente amnésica" y me gustó bastante, aunque no sé si me pega para Watanabe).
En cuanto a tu reseña, debo decir que coincido en gran parte contigo, pero la verdad es que a mí me ha dejado una sensación algo diferente, aunque en el mismo camino.
También me has dejado algo desalentada: me he enamorado de Murakami por esta novela y estoy deseando repetir (probablemente con 1Q84), pero si ahora me dice que el estilo es tan diferente... No obstante, lo leeré.
Un saludillo ;)

Shashira dijo...

1Q84 no tiene nada que ver con ésta novela, te lo prometo. No hay ninguna obra de este autor que se parezca a esto. Personalmente me gusto muchísimo After Dark. Pero bueno, cuestión de gustos.

Camila dijo...

Desde hace rato me gusta mucho leer novelas y por eso trato de encontrar distintos estilos para leer en mi tiempo libre. Sobre todo leo en las vacaciones, y cuando me voy a algun lado me gusta llevarme varios libros. Como recientemente he conseguido promociones en pasajes para irme a EEUU, espero poder conseguir datos sobre diversas novelas.